Opinión Aprendiendo a perder

26 febrero 2020by revemprende0

Aprendiendo a perder

Por: Henry Arias Amórtegui 05 de abril de 2020

LA CONFUSIÓN Y ANSIEDAD que nos acompaña por estos días de incertidumbre y que compartimos todos los habitantes del planeta sin importar que hacemos, que edad tenemos o donde vivimos, evidencia una de las características más determinantes de nuestra esencia humana y probablemente una de las razones por las que llegamos a esta situación. Desde que nacemos, somos educados y entrenados para vencer, para ser los mejores y aunque ese sentido de competitividad e individualidad nos ha impulsado también nos ha impedido la aceptación y el entendimiento de la derrota nublando la oportunidad de comprender la importancia de perder, de dar, de entregar, de soltar, voluntaria o involuntariamente como parte fundamental del desarrollo humano. Reflexionando con la información que ha llegado a mis manos durante el último mes encuentro evidencia suficiente para concluir que para continuar adelante como individuos y más importante aún, como sociedad, es necesario entender y aceptar que nos hemos equivocado y que hemos perdido. Solo aceptando la perdida y el error podremos reiniciar el camino provistos de paz y tranquilidad. Algunos inevitablemente perderemos nuestra salud, nuestros amigos o familiares, nuestra pareja, nuestras empresas, negocios, trabajo, nuestro dinero o parte de nuestro patrimonio, incluso el estatus e identidad. Es normal y necesario, es parte del proceso y debemos aceptarlo. Debemos entender la necesidad apremiante de liberarnos, de entregar y ceder para avanzar. Durante muchos años nos dedicamos como sociedad a ganar a toda costa, incluso de los recursos de nuestro planeta sin pensar que otros seres humanos en diferentes partes del mundo perdían a causa de nuestras decisiones y hábitos de vida. Nos acostumbramos a vivir ganando y lo peor, es que la adrenalina que esto producía nos llevaba a querer más en un mundo de recursos limitados, y aunque nuestra inteligencia señalaba que en algún momento algo grave pasaría, que la situación era insostenible, como en el juego de nuestra infancia; lo importante era que nuestra silla estuviera ahí para sentarnos cuando la música parara, nada más importaba, aun cuando los demás cayeran al piso. Hoy que la música del mundo se detuvo, y que estamos aprendiendo a perder, todos, de una u otra manera hemos caído al piso.

No nos queda más alternativa que levantarnos, tomarnos de las manos, y agradecer que estemos vivos a pesar de nuestras perdidas. Tenemos la oportunidad de reescribir nuestro comportamiento en el inconsciente, cambiar y mejorar nuestras creencias y hábitos. Debemos reprogramar las prioridades en la nueva generación que crece y que aún no entiende lo que está sucediendo, enseñándoles a nuestros hijos la importancia de dar, ceder, permitir que otros ganen y buscar un beneficio colectivo como humanidad. Si reemplazamos la individualidad, nuestro deseo de ganar a toda costa, nuestro sentido de ego y por comportamientos de solidaridad, de comunidad, de bienestar colectivo; si logramos que nuestro cerebro genere adrenalina no solo con nuestros triunfos, sino también con los de amigos, vecinos, colegas, con los triunfos de la humanidad; si despertamos el sentido de la empatía y logramos sentir el dolor ajeno, estaremos reescribiendo exitosamente los principios de esta nueva sociedad. Las dificultades graves tienen la capacidad de unir los extremos, de agilizar los cambios y modificar las normas de maneras insospechadas. El statu quo se ha roto, y eso es bueno. Tendremos que perder, y nos dolerá, pero solo cuando lo aceptemos, recibiremos la recompensa del nuevo comienzo, tendremos claridad para recomponer los errores, sabremos que líderes elegir para guiar nuestros países, qué empresas debemos apoyar y edificar, y sobre todo qué comportamientos debemos erradicar de nuestras vidas, claro está, si no queremos volver a perder pero esta vez en una magnitud mucho mayor

 

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