Fake news, en un mundo “Hiperconectado”
Por: César A. Collazos, Profesor Titular del Departamento de Sistemas de la Facultad de Ingeniería Electrónica y Telecomunicaciones de la Universidad del Cauca.
Las noticias falsas no son un fenómeno nuevo, pero sí lo es la forma en la cual se difunden a través de las redes sociales: Facebook, Twiteer, Instagram, WhatsApp. Hoy en día, se habla de fake news para referirse a situaciones en las cual los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública que las referencias a emociones y a creencias personales. Por esta razón, nos encontramos ante una compleja situación que requiere un análisis de como las personas acceden y comparten información en la era digital y cuál es el papel de las plataformas en su propagación.
Tenemos nuevos sistemas de acceso a la información La prensa y los informativos de televisión tradicionales pierden audiencia, especialmente entre las generaciones más jóvenes para quienes las redes sociales son los medios dominantes. Adicionalmente, dejamos de ser simples consumidores de información para convertirnos en productores de la misma, propagando noticias que en muchas ocasiones ni siquiera verificamos si son verdaderas o falsas.
Llevados por nuestro sistema emocional difundimos noticias porque nos gustó lo que decían o porque están acordes a nuestra forma de pensar, ¡ni siquiera contrastamos las fuentes! Y simplemente con un click lanzamos algo que no es real. Por lo tanto, debemos entender que por estar publicadas en Internet no significa que sean verdaderas. Muchas de estas son concebidas por algoritmos (remplazando a las personas que generan la información). En consecuencia, en un ecosistema mediático en el que se institucionaliza la mentira con sobreinformación y una gran abundancia de fuentes, se hace necesario comprobar la veracidad de las noticias.
Se requiere una real alfabetización mediática Si las nuevas generaciones obtienen información a través de las redes sociales y otros recursos en línea, deben aprender a decodificar lo que leen y propagan. Así pues, se hace necesario educar en pensamiento crítico, para no creer en todo lo que nos llega a través de estos medios. Hoy más que nunca, es necesario empoderar a las personas y facilitarles la adquisición de las competencias mediáticas necesarias para acceder, comprender, analizar, evaluar y producir contenido y para distinguir entre noticias reales y falsas. Esta estrategia se debe hacer mediante una apuesta real por la alfabetización mediática, con un sentido cívico que refuerce la democracia construyendo una ciudadanía informada que pueda decidir libremente, teniendo en cuenta que es responsabilidad de todos luchar contra la creciente tolerancia al engaño y la mentira a través de las Redes sociales.