El cuento del liderazgo sin cuentos
Por: Santiago Orozco.
¿Por qué, cuando éramos niños nos gustaban tanto los cuentos?, ¿Qué hay de apasionante en las historias que hacen que nos devolvamos un par de hojas o unos cuantos clics para releer lo que olvidamos?
No es un gran descubrimiento decir que las historias son la mejor manera para conectar con un mensaje, pero, ¿qué pasaría si empezamos a unir nuestros relatos para construir un gran cuento? Uno donde los protagonistas seamos nosotros, en el que el relato tuyo importe tanto como el mío, en donde nuestras historias sumen esfuerzos para salir de los momentos difíciles y podamos acercarnos a esa frase de la sabiduría popular que dice que “solos llegamos más rápido, pero juntos llegaremos más lejos”.
Te confieso que, aunque me gusta leer de todo, no soy tan fanático de aquellos libros que nos prometen las 5 claves para el éxito, o los 10 pasos para ser felices o más productivos. Si bien, traen información relevante, no suelen adaptarse a nuestro propio camino, ¿sabes por qué?, porque que en el fondo suponen que existe una sola historia, un solo relato y olvidan que en la riqueza de muchas historias esta la mejor historia, la que podemos construir juntos.
Y aunque suene paradójico, creo que ese es el cuento del liderazgo sin cuentos, el que crece orgánico en el día a día de nuestra gente, el que empieza a conectar el negocio de barrio con una cadena de proveedores sostenible y justa, el que a través de la empatía hace que como consumidores pensemos en comprarle a una marca de un producto local antes que a un producto importado.
Así que, si me preguntan ¿cómo reactivar la economía?, les invito a que no sólo pensemos en la economía, es cierto que aprendimos que las crisis globales suelen ser solo económicas, pero este tiempo más que nunca nos enseñó que debemos pensar como comunidad, restaurando el tejido social de nuestra gente, desde la reconexión del tejido productivo de nuestros emprendedores, reactivando el empuje de la esperanza y resiliencia de nuestra región. Ese para mí es el verdadero cuento del liderazgo.
Por eso hoy quiero invitarte a que nos devolvamos unas hojas y hagamos conciencia de los aprendizajes que nos ha dejado este tiempo, que miremos hacia adentro pero también hacia afuera, aprendamos a escuchar nuestros propios sueños y también los sueños de las personas que están a nuestro alrededor. Te invito a que nos empeñemos por recuperar juntos la confianza que parece tan desvanecida, no solo para decir que el dígito del desempleo bajó, o que el dólar es conveniente para invertir; sino para reescribir nuestro camino diario, el que va más allá de una cifra y que nos conecta con la misma emoción que sentíamos cuando niños por conocer el final de un nuevo cuento.
Desde esta historia que estás leyendo, quisiera que narremos una donde usemos la verdadera empatía para ser conscientes de nuestra realidad, pensemos cómo autogestionar alternativas que nos enamoren de los objetivos antes que, de soluciones tradicionales, que veamos los problemas como oportunidades para escuchar y repensar las rutas, y por qué no, escuchar aquellas historias que no hemos querido escuchar; porque como diría la escritora Chimamanda Adichie: “Las historias importan. Muchas historias importan. Las historias se han utilizado para desposeer y calumniar, pero también pueden usarse para facultar y humanizar. Pueden quebrar la dignidad de un pueblo, pero también pueden restaurarla”.
Por eso, la próxima vez que te quieran echar un cuento, invítalo a que juntos construyan uno en donde el final, o quizás el principio, tenga el mejor relato que podamos escribir como sociedad.